Reseña: “Crónica del Pájaro que da cuerda al Mundo”
Primera Parte: La gazza ladra
Primera Parte: La gazza ladra
por SHU
"Con el cuchillo en la mano, el oficial que parecía un oso miró a Yamamoto y le sonrió burlonamente...Y se puso manos a la obra. Los soldados sujetaron a Yamamoto por manos y rodillas, y el oficial mongol fue desollándolo minuciosamente con el cuchillo. En verdad lo desollaba como si pelara un melocotón...El hombre primero le hizo con el cuchillo un rápido corte en el hombro derecho. Luego le fue desollando el brazo derecho de arriba a abajo...despacio, con cuidado, casi con amor...", narra con desgarro el personaje del Teniente Mamiya, quien en la primera parte de la "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", describe con horror cómo sobrevivió a la guerra de Manchuria, que se dió paralela a la segunda guerra mundial, uno de los tantos temas que incluye Murakami en su obra y que nos lleva a pensar en una de las primeras introspecciones realizada por el personaje principal, Tooru Okada, quien se pregunta: "¿Puede un ser humano llegar a comprender plenamente a otro?".
Para efectos de esta reseña, la cual dividiré en tres partes, igual que el libro, iniciaré extrapolando el concepto de "otro", de la pregunta anterior, a "el mundo", de modo que nos preguntaremos:
"¿Puede un ser humano llegar a comprender plenamente el mundo?"
y para esto, quise traer el apartado del Teniente Mamiya y usarlo como un ejemplo de aquellas situaciones que conocemos únicamente de manera superficial; pero que si ahondamos en las experiencias, tanto de víctimas, como de victimarios, nos encontraremos con realidades tan surreales, como las desarrolladas por el propio Murakami en el libro.
Y no nos tenemos que devolver a la segunda guerra mundial pues infortunadamente, pareciera que cada década tuviéramos algún par de conflictos bélicos de los que hablar, como si se hubiese vuelto una necesidad la muerte, la destrucción y el genocidio; como si la urraca ladrona de la "Gazza Ladra" con la que abre Murakami la historia, se hubiese robado la hermosa y brillante humanidad del ser humano, y nos hubiera puesto, como en el melodrama, unos contra otros y exigiera el sacrificio del más inocente.
Quisiera pensar que poner en paralelo los eventos de la guerra en Gaza, o en Ucrania, o en el Congo, con el relato "ficticio" del mongol desollador de Murakami, es una vil exageración; sin embargo, para mi pesar, creo que no lo es del todo, pues la realidad tiende a superar con creces a la ficción, y pese a que acá en occidente la información que nos permiten conocer está ultra tamizada y podada al sesgo de la democracia y la gente de bien, habemos quienes tratamos de ver un poco más allá de lo que nos muestra la censura de los noticiarios y los periódicos y podemos darnos "el lujo" de conocer un trocito de verdad, esa cruda realidad por la que están atravesando millones de personas, subyugadas a la crueldad del sistema y a la impunidad del mundo.
Un mundo al cual, pareciera, que el pájaro le hubiera dejado de dar cuerda, y se hubiese sumido en un terror surreal de violencia, crímenes de lesa humanidad, esclavitud, violaciones de derechos y muerte; un mundo que pareciera correr en paralelo al nuestro y al que sólo podemos acceder a través de los ojos de unos pocos y sólo sí tenemos la valentía de enfrentarlo y de ser críticos para sacar nuestras propias conclusiones y reclamarle a aquella urraca ladrona que nos devuelva nuestra propia humanidad, para evitar dejar de sentir, y normalizar el dolor de aquellos que creemos tan lejanos, pero, que si lo pensamos un instante, podríamos ser en cualquier momento, ellos mismos.