Ilustración cortesía de Santiago Ramírez (@8art.3)
Ya no me gustas como la efímera explosión de placer
que provoca un brownie cuando surge el antojo.
Me gustas como la reconfortante calidez
de una sopa de pollo cuando acecha la gripa.
Ya no me gustas como la impetuosa brisa marina
que levanta mi vestido y despeina mis incipientes rizos.
Me gustas como el suave viento matutino
que se entrelaza con el calor de tus abrazos y refresca nuestro lecho.
Ya no me gustas como un ramo de rosas frescas,
regaladas por un desconocido en un 8 de marzo,
que para el final de mes ya están marchitas.
Me gustas como un manojo de cilantro,
entregado en un día cualquiera
y añadiendo sabor a la sopa de pollo que preparas.
Ya no me gustas como la tranquila y estéril noche sin sueños,
después de la cual resucito, una vez más, sin pena ni gloria.
Me gustas como la pesadilla que precede a tu abrazo,
que inspira este poema.
Creo que ya no me gustas;
creo que te amo.
Por Mariposa Reciclada